La inutilidad demostrada de los encierros

Hace casi 30 meses, los ciudadanos del mundo fuimos encerrados en nuestras casas y en nuestro miedo, con una implementación que varió en su rudeza. En algunos países, como Australia y Alemania, no se podía salir ni siquiera a hacer ejercicio al aire libre; en otros, como España, se recurrió al patrullaje aéreo con drones para asegurar que ninguna persona violara las normativas estrictas (https://enterprise-insights.dji.com/es/blog/los-drones-son-una-herramienta-esencial-para-combatir-la-covid-19-en-europa); y en otros países, como México, el encierro fue una sugerencia al ritmo de “quédate en casa” que solamente las personas con cierto nivel económico podían darse el lujo de hacer.

(En Argentina, las medidas se copiaron del manual Europeo, y se efectuó un encierro generalizado, con penas de abultadas multas. Dejando a gran parte de la sociedad sin la posibilidad de adquirir su sustento diario. Con un impacto anímico en la niñez, en l@s adolecente y en l@s ancion@s para muchos imborrable.) - nota del editor -

Los tomadores de decisiones, asesorados por expertos (¿en qué exactamente?, me pregunto) habían decidido implementar medidas generalizadas que no contaban con ningún sustento científico para esa enfermedad. Pero se basaron en premisas inválidas para validar su inválida estrategia.

Criticar o cuestionar el encierro fue duramente castigado, como aprendieron los proponentes y firmantes de la Declaración de Gran Barrington (https://gbdeclaration.org/), quienes desde el inicio de la pandemia expresaron su sorpresa de la implementación de esta medida arcaica, y propusieron medidas más lógicas que no afectaran la vida, bienestar y economía de la humanidad completa.

Hace dos semanas, Yanovskiy y Socol, investigadores del Colegio Tecnológico de Jerusalén, publicaron un artículo en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health en el que analizaron la suposición de efectividad de los encierros como medida de control epidemiológico, y llegaron a la conclusión de que no hay evidencia de que funcione, ni para la pandemia de COVID-19, ni para la pandemia de Gripe Española de 1918, ni para otras epidemias del pasado. El estudio se titula “¿Son efectivos los encierros para manejar las pandemias?” (https://www.mdpi.com/1660-4601/19/15/9295/htm)

Las preguntas de investigación de los autores fueron las siguientes seis:

1) ¿Qué se conoce sobre la efectividad de los encierros en salvar o prolongar la vida en pandemias previas?

2) ¿Cuál es la evidencia de que los encierros fueron efectivos para salvar o prolongar la vida en la pandemia de COVID-19?

3) ¿Cuáles son los factores que determinan el costo humano de los encierros como efectos colaterales que disminuyen la vida?

4) ¿Cómo puede estimarse el costo humano de los encierros con base en parámetros económicos?

5) ¿Cuál es la estimación cuantitativa del costo humano de los encierros?

6) ¿Cómo se llevó a cabo la toma de decisiones?

El estudio se basó en una revisión no sistemática de la literatura científica (200 estudios) para realizar una evaluación de riesgo-beneficio basado en evidencia y tomaron en cuenta solamente países democráticos.

Las conclusiones de los autores fueron:

1) Ni las pandemias previas, ni COVID-19 han mostrado evidencia clara de que los encierros ayuden a prevenir la muerte (relacionada con la enfermedad por la que se declaró la pandemia)

2) Los encierros están asociados a un costo humano considerable. Incluso si pudiera decirse que tienen algo de efectividad en prevenir muerte por COVID-19, podrían estar ocasionando una pérdida de vida mayor (por uno o más órdenes de magnitud).

3) Un análisis concienzudo de riesgo-beneficio debe de realizarse antes de imponer ningún encierro como medida de salud pública en el futuro (para COVID-19 o para ninguna pandemia en el futuro).

Espero que quienes toman las decisiones de salud pública comprendan este estudio y tomen en serio sus hallazgos, dado que justamente, sus medidas debieran ayudar a salvaguardar vidas, no a causar más problemas. Sería excelente que pudieran comprender que es necesario contar con evidencia sólida antes de imponer medidas arbitrarias, dañinas y medievales en las personas para las cuales, al menos en teoría, trabajan.

Y la sociedad entera permitirse cuestionar, rebatir y mejorar estás “políticas del miedo”.

Nota realizada por la Dra. Karina Acevedo Whitehouse